Cuenta la leyenda que en marketing y publicidad, todo giraba en torno a entender al consumidor (y lo podemos trasladar a todo: lo importante es la gente). Había un esfuerzo genuino por conectarse con las emociones, los miedos y las aspiraciones de las personas. Sin embargo, en la carrera por optimizar cada interacción, parece que se ha dejado de lado la empatía. En lugar de ver a las personas detrás de los datos, las tratamos como métricas que deben maximizarse. ¿El resultado? Un mundo donde la humanidad se siente como un accesorio opcional, tanto en las relaciones comerciales como en las humanas.
La empatía, esa capacidad de ponerse en los zapatos de otra persona, no solo es clave para el marketing efectivo, sino que es el pegamento que mantiene unida a nuestra humanidad. En un mundo que está hiperconectado tecnológicamente pero desconectado emocionalmente, es más fácil que nunca olvidarse de la persona al otro lado de la transacción. ¿Quién necesita conexión cuando un chatbot puede c…
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