No pidas disculpas por lo que te gusta.
Hablemos de los guilty pleasures, la pizza con piña y esa serie que ves en el streaming.
Esta semana me quedé pensando en cómo muchas veces nos sentimos obligados a justificar lo que disfrutamos. Que si la música que oímos no es lo bastante “cool”, que si la comida no es gourmet, que si la serie que vemos no es la del momento. La verdad es que el disfrute no necesita excusas: lo que nos gusta habla de nosotros, de nuestra historia, de nuestros recuerdos.
Por eso en esta entrega encontrarás una reflexión sobre los llamados guilty pleasures, una nota curiosa sobre la pizza hawaiana (que ni siquiera nació en Hawái), una recomendación de stand-up con Marc Maron, y de paso te invito a ver lo nuevo en mi tienda. Todo mezclado, como debe ser (porque todo es un REMIX).
¿Para qué sentirse culpable por los “guilty pleasures”?
Todos tenemos esos “guilty pleasures” que cargamos como si fueran un pequeño secreto. Esa serie que pensaste que nunca verías, esa canción que no encaja con tu playlist “curada”, ese plato que para algunos es herejía gastronómica, pero que a ti te reconforta como si fuera un abrazo. Se habla de ellos como si fueran culpas, cuando en realidad son gustos, y nada más.
La cultura pop está llena de etiquetas. “Esto es cool”, “esto no lo es”. Lo mismo pasa con la comida: la eterna discusión de la piña en la pizza es un clásico. Y, sin embargo, en lo privado, en la intimidad de nuestros ratos libres, lo que vemos, escuchamos o comemos no debería estar bajo el escrutinio despiadado de nadie. Al final, todos tenemos derecho a elegir los colores con los que pintamos nuestro tiempo.
Pienso mucho en eso cuando hablo de mis propios gustos. Durante años ignoré una serie de televisión llamada NCIS. Me parecía una copia diluida de CSI, que era mi favorita en ese momento. “Nunca me voy a enganchar con esa”, pensaba. Y aquí estoy, 14 temporadas después (de un total de 23), viéndola religiosamente y esperando un nuevo spin-off que sale en breve. Ironías de la vida.
Lo curioso es que lo que me atrapó no fue la trama de casos (que son bastante predecibles, de hecho en casa juego a decirle a mi esposa “este es el culpable”, casi sin tener que pensarlo mucho, sino porque puede ser el artista invitado o el extra que tenga más lineas en ese guión), sino la dinámica entre los personajes. Esa especie de familia disfuncional con sus roces, sus chistes internos y su complicidad. Ese tipo de interacciones que, si te descuidas, acaban siendo un espejo de tus propios círculos. Una especie de comfort food audiovisual: predecible, sí, pero cálido.
En medio de ese redescubrimiento me encontré con un podcast de Michael Weatherly y Cote de Pablo, quienes daban vida a Tony Di Nozzo y Ziva David en la serie. Ellos cuentan anécdotas de rodaje, detalles detrás de cámaras y, en un episodio, terminaron hablando de pizza con piña. Cote recordó que, de niña, sus padres la llevaban con sus hermanos a comerla como premio de la semana. Hoy en día quizá no sea su favorita, pero la memoria de esos momentos familiares sigue siendo importante.
Y ahí está el punto: lo que nos gusta no siempre es lógico, ni tiene que pasar la prueba del gusto colectivo. A veces está ligado a un recuerdo, a un afecto, a un estado de ánimo. ¿Quién podría decir que eso está mal? Que a ti te guste algo distinto no invalida lo que le gusta al otro. Más bien nos recuerda que hay riqueza en la diferencia.
También nos enseña que cambiar de opinión está bien. No pasa nada si antes dijiste que algo no era para ti y ahora lo disfrutas. No hay incoherencia, sino crecimiento. Porque la vida no es una lista fija de gustos inamovibles, sino un camino en el que nos vamos encontrando con cosas que antes no veíamos o no queríamos ver.
Así que, la próxima vez que alguien se ría de tu serie favorita, de tu playlist inesperada o de tu pizza con piña*, piensa que quizá ellos también tienen su propio “guilty pleasure” escondido. Y que al final, no hay nada de malo en disfrutar lo que te hace bien.
*La pizza hawaiana no viene de Hawaii: nació en Canadá en 1962, cuando Sam Panopoulos le puso piña enlatada (marca Hawaiian) a una pizza con jamón. Desde entonces, ha sido amada y odiada… pero también es un recordatorio de que los guilty pleasures no necesitan justificación.
Visita mi tienda, sin pena ;)
Lo bonito de una edición limitada es que no solo compras una prenda: te llevas una historia, una señal de pertenencia. Corazón de Lego es el diseño más querido de la tienda, hecho en California y en edición limitada.
Si usas el código MODULOR, además tienes un 10% de descuento.
Recomendación de la semana: Marc Maron – Panicked (HBO)
Marc Maron estrenó en HBO su nuevo especial Panicked, y sinceramente me hizo sentir acompañado de un amigo, de un vecino contándome sus pesares. Es un retrato de su ansiedad usando el sentido del humor como manera de sobrevivir a lo que pasa alrededor.
La diferencia está en los detalles. Él tiene tres gatos; yo, soy mas un dog person. Él se obsesiona con la alerta de incendios; yo uso Watch Duty para saber cuándo salir corriendo aquí en California. Es decir: distintos personajes, misma película.
Entre confesiones personales, críticas políticas directas y anécdotas que van de lo absurdo a lo entrañable, Maron demuestra que el stand-up puede ser un espejo. Incluso pagó 50 mil dólares solo por usar unos segundos de un tema de Taylor Swift, convencido de que era indispensable para grabar este especial.
Panicked es uno de esos especiales que no solo entretienen, sino que acompañan. Y como pasa con los buenos guilty pleasures, no hay que dar demasiadas explicaciones: basta con disfrutarlo.
Beethoven en salsa.
Las Cinco de la Mañana ahora es un playlist que cada lunes tiene cinco temas para comenzar el día y la semana, escogidos para ti (por mi). En esta entrega, entre otros, tenemos una versión en salsa de Für Elise de Beethoven, con el big band de Thilo Wolf, que es simplemente maravilloso y es otra muestra de la riqueza de lo diferente.
Lo encuentras tanto en Apple Music como en Spotify.
Este newsletter se sostiene básicamente con café y música, con los comentarios que me envían cada vez que algo de lo que escribo resuena con ustedes, y con sus subscripciones, gratuitas o de pago.
Puedes apoyar este proyecto aquí en Substack, en Patreón y hasta en mi tienda comprando el merch exclusivo que diseño.
Gran post
Podríamos decir que el fenómeno de los hombres performativos son una antítesis de los guilty pleasure.